jueves, 5 de diciembre de 2013

Anacronismo analógico. Doble crónica musical.

Cuando hace poco revelé un carrete con algunas fotografías de conciertos de este pasado año pensé si tenía sentido hacerlas. Hoy en día, que todo lo que haces es susceptible de ser compartido en internet en el instante en el que ocurre, parece un anacronismo sacar fotografías de conciertos o similar con una cámara analógica simplemente por el gusto de hacerlas y disfrutarlas privadamente. Porque a no ser que recurras a este soporte como algo determinante, sobre todo en un sentido artístico y no tanto informativo, para este tipo de fotografía es difícil asumir las reglas de juego del contexto actual de sociedad en red. Porque si no es compartida de forma inmediata, parece que ya no tiene "valor" o "sentido". Como mucho conservan interés si van acompañadas de una crónica en un medio de comunicación de periodicidad mensual. Tal como yo hacía esporádicamente hace años, cuando la fotografía digital no estaba tan desarrollada ni era tan accesible. Intentaba aglutinar en un mes varios conciertos para aprovechar el carrete al máximo y posteriormente mandar las fotografías a la revista, periódico o web de turno. 

Hoy en día todo esto ha cambiado y en mi caso además se suma que ya no tengo el aliciente laboral por lo que ¿tiene sentido para mí gastarme el dinero en comprar un carrete y revelarlo, escanearlo posiblemente meses después de haber sacado las fotografías para simplemente verlas y dejarlas archivadas como recuerdo?. A día de hoy sigo pensando que sí me compensa, básicamente porque aún disfruto con todo este proceso aunque soy más selectiva por el gasto económico que supone. Y también el disponer de este blog personal donde puedo permitirme escribir con libertad, sin importarme tanto en si es sobre algo de rabiosa actualidad, me ofrece una motivación añadida incluso cuando dude de si tendrán interés para los demás. Porque a fin de cuentas, ¿no saco fotografías y escribo principalmente por mi propia satisfacción? 

Toda esta reflexión en "voz alta" no viene sino a justificar el que muestre aquí unas fotografías "antiguas". Podría también decir que son la muestra de dos de los conciertos más interesantes del 2013 a los que he asistido, aprovechando que dentro de un mes empezarán a salir las típicas listas de "lo mejor de". Pero tampoco esto último es verdad del todo ya que el de Mark Eitzel no encabecería tal lista, ocupando más bien un puesto a media tabla. Aunque el de Low sí estaría en el top five. Y continuando con este "sinsentido", intentaré bucear en mi memoria para contar un poco qué sensaciones recuerdo.

Tanto a Mark Eitzel como a Low los había visto anteriormente en directo y también en sala pequeña, sin duda el mejor lugar para disfrutar de su música. Otro paralelismo entre ambos es que desde entonces sus carreras han avanzado sin sobresaltos ni cambios de rumbo significativos. Cuentan con carreras sólidas, de sonidos identificables, que mantienen el buen nivel con el paso de los años. Todo esto hacía presagiar que disfrutaríamos de algo significativo.

El concierto de Mark Eitzel fue un 15 de Febrero en la pequeña sala Psilocybenea de Irún. El músico californiano ofreció un concierto a su medida, pausado, etílico, desgarrado y locuaz. Mark Eitzel es un claro ejemplo de cuando la vida del autor y su producción artística están unidas por una fina línea que casi no establece división entre ellas. Donde sus propias experiencias vitales son fuente principal de inspiración, mostradas casi de forma explícita y poética en sus letras, y teatral en sus directos. A cada canción le precedía una introducción casi verborréica, entre trago y trago, bajo la condescendiente mirada de los músicos acompañantes. Hizo un repaso a sus últimos discos y no faltaron sus "éxitos" tanto en su carrera con American Music Club como en solitario. Todo sonó bien, cercano, desnudo y sentido aunque para los no iniciados, posiblemente pudiera hacerse algo tedioso por las pausas e introducciones entre canción y canción. Posiblemente el contexto perfecto para sus conciertos sea la de un bar donde los asistentes sentados comparten mesa y disfrutan de una bebida, de alta graduación a ser posible.


/ Confesiones etílicas /Sin título Sin títuloSin títuloSin título  

Low tocaron en la sala Atabal de Biarritz un 18 de Mayo. Aún la primavera no había hecho acto de presencia y aquella era una noche fría y lluviosa. Pero lo que nos deparaba en el interior de la sala no era precisamente música "cálida", sino más bien tensa y demoledora, a veces bajo la apariencia de caricia. Pero para algunos esta combinación resulta acogedora y reconfortante, y por eso estábamos allí. No hubo lugar para muchas sorpresas, las canciones sonaron casi idénticas que en sus discos salvo por el plus que aporta el directo. La puesta en escena de Low debe medirse en actos sutiles y eléctricos. La expresividad de Alan Sparhawk contrasta con la casi impertérrita Mimi Parker, mientras Steve Garrington simplemente se deja llevar discretamente. Básicamente interpretaron su último disco "The Invisible Way" pero también tocaron canciones de casi todas sus publicaciones anteriores. Especialmente me emocionó que cumplieran mi petición de broche final, preguntada al público y lanzada por mí aprovechando que estuve todo el tiempo en primera fila sacando fotos. Así que con "In Metal" cerraron un concierto emocionante sin más sobresaltos que los que sus propias canciones te provocan por dentro. 


/ Siluetas en penumbra /
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